Prólogo
Mi nombre es Silvia.
Soy una persona de la tercera edad, ¡pero qué importa la edad!, si edad es tiempo y tiempo es ayer, hoy y mañana, y desde hace un tiempo robándole tiempo al sueño, escribo.
Escribo para dar alas a mi fantasía, tener un bacanal de imaginación, subir a la cima de las montañas, tocar el polvo de estrellas o bajar a lo profundo de la tierra.
Escapar de la rutina, monótona, gris de cada día.
Escribir es dar libertad al pensamiento, crear, idear, modelar como arcilla personajes; amarlos u odiarlos, ser amante, diosa o pordiosera. Nadar entre mundos ajenos donde puedo entrar o salir a mi antojo, sin pudor, sin testigos, sin tapujos.
En mis escritos puedo volar, correr, cantar y hasta morir… si se me antoja.
Garabatear hojas sueltas cuando la lluvia golpea mi ventana y el viento es dúo que canta con el agua.
Cuando la soledad es compañía obligada y la noche es larga y las sábanas están frías, cuando se siente la muerte acompañando la vida y la ilusión yace en un cajón olvidado con viejas cartas de amor desteñidas por los años, cuando falta el aire a los pulmones gastados, los sentidos están vivos, los sentimientos intactos, la imaginación desbordada fluye como manantial, pide con urgencia.
Entonces sólo queda de escape hojas sueltas y un lápiz.
Silvia
Silvia suena a silvestre
aroma fresco
a montaña
hierba agreste del camino
que nadie pisa
que nadie arranca.
Huele a tierra nativa
lirios floridos
a canto de agua.
Escucha la voz del silencio
cuando mi nombre te alcance
no prohíbas mi recuerdo
a tus noches desveladas
deja que mi nombre
te despierte en las mañanas
porque sabe a miel
en los labios
del que me ama.
De Sueño de Trenes
Mueren los Trenes
(Plablo Neruda)
Se quedan soñando en estaciones viejas
ebrias de olvido
sin rumbos, sin ejes, sin rieles, sin caminos.
Mudos actores del pasado
besos anhelantes perdidos bajo sus asientos
sin cantos, sin risas, sin pasajeros.
El viento descansa en los vagones
no corre, volando casas blancas
ni huyen postes atolondrados.
Mueren indefensos, crucificados
con sus vientres de acero enmohecidos
con sus ruedas detenidas
mordidas por el tiempo
hambrientas de lejanías
buscando vías nuevas
donde albergar su duelo.
Naufragio
Como fantasmas invisibles
a los ojos de los hombres
como presagios
cubiertos de alas negras.
Las aguas pasan, corren
fluyentes, como la vida
como ríos de sangre
alimentan las ideas,
libres aladas, conducen
hasta muelles borrachos
de hombres rudos
ebrios de sueños de esperanzas.
Puertos de casas blancas
tejas rojas, sol caliente
donde las uvas nacen como mieles
donde el vino
se añeja en tinajas.
En las cabinas muere el calendario
desgranando historias viejas
sin lograr
atrapar el tiempo en su naufragio.
Ecos
Descendió a lo profundo
a buscar la palabra justa
al fondo de las olas
a lo profundo de las rocas
a las minas, ensangrentadas.
Se elevó a las alturas
hasta abrazar el cielo y la montaña
el viento lo llevó al mar
a las calles, a la barriadas
al hombre asediado
por el pan o el cuchillo.
Arañó sus ojos al grito de libertad.
Lo puso como cáliz
en boca del hambriento
quien lo llevó en lo más profundo.
Alguien escuchó
entre rosas y violines,
el eco llenó su garganta
hasta hacerla su voz.
La voz como relámpago
desgarró sus vestiduras.
Y no bastó una muerte
sino muchas muertes
para renacer la vida
para vivir libres
libres, libres.
Autorretrato
Mujer, madre origen
morena como greda
como barro hecho piedra
como tierra húmeda
de lluvia trasnochada.
Con un sol en el pecho
y un remolino de ideas
en berbecho.
Escapo
de la cárcel de mi mente
navego libre, alada
en la inconciencia feroz
de las palabras
para despertar fantasmas insistentes
que se cuelan en mi cama.
Para ofrecerles versos a mis muertos,
perpetuar las canas de mi madre.
Ya no es mi risa
cascabel despertando mariposas
ni mi piel lirio florecido,
pero aún tengo manos firmes
generosas
y el amor
es siempre manantial.
Viajera
Me sumerjo en el placer de la inconciencia
en el sopor que me acoge,
amorosa como el vientre de mi madre,
como estrella aislada en una nube.
Camino con ojos vacíos
extraviada entre el amor y la nostalgia,
me seduce el silencio del sepulcro,
el olor debajo de la tierra
Al otro lado, manos blancas
me invitan a avanzar hacia la nada,
no siento miedo
las vidas con sus vampiros se bebieron
hasta la última gota de mi sangre,
aquietaron la tempestad de mi cerebro.
Avanzo pegada a la estrella de la muerte
escuchando la risa
de los que me esperan.
El fin de mi tiempo
Cuando llegue la hora del silencio
mis ansias serán
hogueras apagadas.
Cuando tu beso no llegue con el viento
ni mi suspiro a la boca amada
será el fin de mi tiempo,
cuando se calme
el huracán de mi cerebro,
mi cuerpo
será piedra desgastada,
quieta
dormitando eternidad.
La noche eterna
me prestará su velo
para tapar mis huesos
cuando lluvia caiga.
Se apagará
el sol del pensamiento,
mi lápiz agonizará sobre el papel.
Mas mi alma rebelde vivirá
en mis versos
en mis hijas
en mis nietos.
Vagabundearé entre nubes,
la luz cegará mis ojos,
oleré el verde de los pinos,
la sal de los mares
y me elevaré
a escuchar las voces de los que callan
a confesar pecados rojos y blancos,
a buscar
el perdón del Nazareno.
Soledad
Carlos Mondaca 1910
Yo no sé dónde fue a morir mi acento
tembló un instante y se perdió en el viento
un temblor de alas
cantó tu nombre.
Como suspiro de mariposas
lo entrelazó con el mío
lo envolvió en una nube
y lo elevó
para que el viento supiera
que en mi alma te anido.
La soledad se hizo brisa
beso amado
canto, risa, alegría.
El acento cobró vida
tiñó la pluma
cascabeleó en mi oído
tañeron campanas
y se hizo poesía.
Venta de noche
Mariposa nocturna
siempre riendo
revoloteando la noche
pintada de besos
vendedora de amores
trotona sin dueño.
Una noche cualquiera
sepultaste a la niña
embriagada de sueños
cegada de luces
de amor y deseos
y pusiste un candado
al corazón, al miedo.
Nació la mujer
con nalgas, con pechos
coronada de vicios
templo del infierno.
Sus senos blancos, dispuestos
guardan un secreto
esperan el milagro
amamantar un sueño.
Rosas blancas para una amiga
Te creía mi amiga,
me diste vuelta la espalda,
con desconfianzas, que ofenden
y palabras que clavan.
¿Qué hice de malo?
si creí hacer lo mejor
el camino recorrido
no me mostró el error.
Rosas negras
tiñeron de gris el día
y me coronaron de espinas.
Yo te envío
rosas blancas
para alegrar tu vida,
para serenar tu espíritu,
que junto al mío
encuentren calma.
Para que sepas
que la intención fue blanca
para que tengas fe
en la que alguna vez
fue tu amiga.
El amor vive
Vive en mí
como el credo
que acompaña mis sentidos
como el Padre Nuestro
que rezo en las mañanas
algo tan tuyo, tan mío, tan nuestro.
Tenías las manos llenas de caricias
palomas blancas
cautivas en tu mirada.
Amé tus manos
tu pelo, tu boca
dormido, desnudo
cubierto de besos
de rocío de arena, de lluvia.
Caminé la vida de tu mano
fui reina, mendiga, virgen, sacerdotisa
vino, pan amor y cólera
pasión y agua.
Hoy tus sueños
son dos cuencas vacías
pero aún escucho tu voz
como campanas.
Con las serenidad
madura de los años vives en mí
en mi piel, en mi boca, en mis manos
en mis recuerdos, para mí sagrados
tu magia ilumina día a día
y tu hechizo
es mi razón de vida.
Tal Vez
Tal vez nos encontremos
en el final del tiempo
cuando el calendario
no traiga primaveras
y la aurora sea sólo
pintura desteñida.
Tal vez nos encontremos
en el tiempo de mis sombras
cuando tu nombre no llegue
como sol al pensamiento
cuando tu cuerpo no logre
meterse entre mis sábanas
o nuestra pasión sea sólo
un recuerdo vago.
Tal vez nos encontremos
cuando mi mente divague
y mis ideas vuelen
como hojas otoñales
y el viento las haga
danzar en el espacio
cuando mis labios
sólo entonen las plegarias,
tal vez nos encontremos
el día de la resurrección.
Tierra mía
Tuve hambre
me diste de comer
comí de tus frutos, de tu espíritu
tuve frío, me arropaste
y la noche se hizo terciopelo.
Tengo vida
después de tantas vidas
entre tanta tierra muerta
entre tantos bosques mudos
entre tanto pedregal dormido.
Y corro
con alegría alborotada
entre cordillera y mar
entre selvas y desiertos.
El cóndor me presta
alas doradas
y mis alas y mis poemas
se adormecen en los Andes.
Tierra, tierra mía
soy tu hija
voz de mis antepasados
para continuar su lucha
de Lautaro, de mapuches
de campesinos y de poetas
de nichos
esperando por mi muerte
para darme la nobleza
del descanso.
Viaje de placer
Una alfombra mágica me eleva
sobre un horizonte
de celeste y rosa.
Mi pelo al viento
y las pupilas colmadas de asombro.
Viajo libre, alada
un gigante de ramas verdes
me acoge,
como pájaro en su nido, me cobija.
Desciendo
detrás de una puerta
me esperan,
un corazón
unos brazos en cruz
me entregan
todo el amor y la paz del mundo.
Me inundo de luz
es la fortaleza
que necesito para volver
para enfrentar
mi vivir día a día.
Momentos felices
Como ovillitos de lana
en mis entrañas las tejí,
dormiditas esperaron
el milagro de la vida.
Fueron mi sol
en cristal y magia
el hechizo de esos días.
Las amamanté con mi pecho,
les di calor con mi piel,
se atragantaban golosas
con mi leche, con mi miel,
el momento más querido
cuando las vi nacer.
Mis tres hijas,
mis tres rosas,
lirios blancos florecidos,
mi ventana a la esperanza,
la razón para existir,
mi raíz, mi aire, mi voz.
Las quiero con egoísmo
no se los voy a decir,
que ni el buen DIOS
se entere
que me hacen
tan feliz.
Niño antes de la lluvia
Camina despacio, rumbo a su colegio, aún es temprano y su destino está cerca.
Siente el aire tibio en su rostro, presagio de lluvia, lo aspira fuerte, con ansias, añorando ese otro aire, el de su tierra, allá en el sur, donde la lluvia es dueña y señora del paisaje, donde es compañía obligada del invierno y a veces la visita del verano. Pero allá la lluvia es diferente, si casi no moja, resbala por su cara, se pasea por sus ropas para llegar al suelo a alimentar los bosques, las hierbas y los sueños de los que plantan.
Cómo no añorar su compañía en las tardes de pichangas con sus amigos, donde el barro no importaba, cuando gritaban el gooool a todo campo y esos bosques fragantes a copihues y eucaliptus donde se internaban como manada a buscar piñones y callampas. Claro que tenían que reconocer las comestibles ¡había tanto verde, tanto campo, tanta libertad!
Hoy estaba atrapado en esta selva de cemento llena de smog, bullicio y obligaciones. Divisó la puerta de su colegio, tímidas gotas de lluvia lo acogieron para que fuera más leve su añoranza.
Caminaba lento
aspirando fuerte el aire
viento tibio
anunciador de lluvia.
Lluvia añorada
regalo del cielo que moja su cara
baja por sus piernas
y baila en las charcas.
Compañía de noches
cuando la noche es larga
y los duendes y piratas
se suben a su cama.
Camina sin prisa
inocente el alma
esperando la lluvia
para que cante en su ventana.